La limpieza dental se debe realizar cada 6 a 12 meses para asegurar condiciones óptimas en el cuidado y mantenimiento de la salud de dientes y encías. Cuando no acudimos regularmente a practicarnos una limpieza dental, se acumula placa bacteriana y sarro en los dientes, dando como resultado la aparición de gingivitis, caries, halitosis (mal aliento), pigmentaciones y otras afecciones que pueden complicarse y evolucionar en enfermedades más graves. Existen diferentes maneras de realizar la limpieza dental, dependiendo principalmente de la tecnología, el criterio y la minuciosidad con que se efectúa.
El procedimiento consiste en:
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Eliminación profunda del sarro dental y placa dentobacteriana con aparato de ultrasonido.
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Pulido de superficies dentales con pasta abrasiva fluorada.
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Aplicación tópica de flúor en niños.
La limpieza dental por medio de ultrasonido, tiene las siguientes ventajas:
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Prácticamente indoloro.
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Eficacia y rapidez.
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Mayor comodidad para el paciente.
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No desgasta la estructura dental.
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Protege las encías.
En algunas ocasiones es necesario complementar la limpieza dental con el "aeropulido". El aeropulido dental es uno de los procedimientos más vanguardistas en odontología, que consiste en un dispositivo que expulsa un chorro de agua y aire a alta presión, mezclado con polvo de bicarbonato de sodio, provocando una fina microabrasión de la superficie de los dientes sin provocar desgaste de su estructura, logrando remover manchas y pigmentos dentales.